Muy buenos días o muy buenas tardes tengan ustedes. Mi nombre es Claudia Antuña y soy argentina. Nací en Córdoba, una ciudad en el centro del país. Una bellísima ciudad, por cierto, ya que a su alrededor cuenta con una naturaleza preciosa con ríos caudalosos, montes, cerros y montañas. Crecí en un barrio donde vivían muchos niños y lo habitual era jugar gran parte del día en la calle sin mucha compañía de los adultos. De la naturaleza cordobesa pude disfrutar desde muy chica durante las vacaciones y fines de semana con mi familia y amigos, pero también del mar y de la playa con mis abuelos maternos.
Desde pequeña comencé a bailar en la academia de mi barrio. Luego ingresé al Seminario de danzas clásicas del Teatro General San Martín en Córdoba porque bailar me apasionaba (siempre me apasionó). Más tarde, me interesé por la danza moderna y el folclore argentino.
Con 15 años escuché, en el camarín del Seminario de danzas, a una compañera que contaba, ya de regreso, sobre el intercambio cultural que había realizado a Alemania por un año. Para mí eso fue como una clara llamada que llevaba un grado de certeza en sí: ¡Yo debía hacer exactamente lo mismo! Desde entonces recuerdo que no dejé en paz a mis padres hasta que me llevaron a donde se hacían esos intercambios.
Esa experiencia, que comenzó un año más tarde, a la edad de 16 años, fue de suma importancia para mi vida porque, además de aprender la lengua alemana y descubrir su cultura, me abrió nuevos horizontes.
En mi ciudad natal estudié en la Universidad Nacional de Córdoba Licenciatura en Teatro y formé parte de tres grupos independientes como actriz y asistente de dirección. Paralelamente, comencé a trabajar dando clases de español como lengua extranjera en COINED, Casa de Lenguas durante cinco años.
Después de dos viajes más de visita por Alemania decidí mudarme a este país a los 27 años para quedarme.
Desde entonces, no han dejado de suceder cosas en mi vida pero procuro resumir para no hacer de ésta, mi presentación, un larguísimo chorizo.
Ya instalada en Colonia tuve la inmensa suerte de conocer y trabajar intensamente con Lourdes Corral, psicóloga y terapeuta infantil, con quien comencé a formarme en pedagogía de primera infancia llevando Grupos de Juego para familias binacionales en el Servicio psicológico de Cáritas en Colonia.
Después de esta experiencia sumamente enriquecedora, y para mí muy acertada, decidí fundar con el papá de mis dos hijas, una guardería o “Madre de día” para 9 niños. Ya hace diez años que elegí este camino y me dedico a este trabajo, especialmente con familias binacionales que educan a sus hijas e hijos bilingües y, también, con familias que no hablan el español en casa.
Para mí fue siempre de suma importancia el aspecto de la integración lingüística y cultural porque estoy absolutamente convencida de que “en la diversidad vive la riqueza”.
Actualmente trabajo sola con cinco niños como madre de día y hablo con ellos español. El contacto tan estrecho y el cuidado intensivo en esta temprana edad me ha permitido cosechar muchas experiencias y aprender mucho de ellos. La apertura, la curiosidad, el asombro y la alegría por y al aprender, es decir, al descubrir el mundo, es una magia que me inspira y motiva a seguir desarrollándome en esta dirección.
Creo sinceramente que nosotros, los adultos, podemos aprender de los “pequeñitos” un montón y no al revés.
Como ya les conté soy mamá de dos niñas bilingües de 14 y 12 años. El desarrollo del español como lengua de herencia en ellas ha sido y sigue siendo un viaje maravilloso con fases de lo más variopintas. A veces transitamos llanos y praderas, otras calles pedregosas con subidas y bajadas, pero siempre manteniendo la marcha constante y cambiante. ¡Una verdadera aventura!
Y ya para terminar este chorizo casi listo, quiero compartir con vosotros otra de mis ideas: me parece que es posible aprovechar todos los medios que queramos, tanto el arte con sus disciplinas, ya sea el movimiento, el teatro, la arquitectura o la literatura, los juegos (yo adoro los juegos en grupo), la música, claro está, pero también la cocina, las excursiones, las manualidades y las ganas de encontrarnos para aprender. Todo está a nuestra disposición, a nuestro servicio para explorar y experimentar, en este caso, compartiendo el español en Colonia.
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